Tras la estrepitosa caída de un tejado, sintió un insoportable dolor en los huesos, vio un túnel negro y la hipnótica luz que parecía invocarlo desde el fondo. Contempló su propio cuerpo tirado en la acera, inerte y sin aliento. El gato movió su cola y dijo para sí mismo: es la sexta vez que me ocurre. A la próxima no tendré tanta suerte.
Pedro Pujante
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