La vida ocurre sólo una vez
O eso es lo que nos dijeron
Cada día, a cada hora
Así que no hay manera de saber
Si es cierto. Un deja-vu interminable,
Inacabable sucesión de metáforas;
Y constatamos que somos viejos
Porque admitimos que
Hay lugares a los que ya nunca iremos
Y hay labios que nunca besaremos.
Sí. Se acabaron los inmensos ánimos
De paladear el mundo
Y
Bebernos
El mar infinito que pueblan las sirenas.
Ahora nos ahogamos en los silencios
De las alcobas prohibidas…
Y si las alcanzamos es para
Comprobar que están desiertas
Y ninguna ninfa desnuda nos aguarda
...entonces no soy viejo, sólo estoy cansado,amigo Pedro ;-)
ResponderEliminarni estás viejo ni cansado... que yo sepa, amigo Gabi
ResponderEliminarNunca nadie nos enseña a envejecer y si, suena un poco triste tu poema .
ResponderEliminarLa vejez es otra etapa de la vida y hay que afrontarla con alegría.
Un saludo.
un desaliento total..este personaje esta viejo por dentro..mas que por fuera..si comprueba eso no importa el tiempo la senectud no tiene edad..
ResponderEliminarDemasiado determinante..los escapes son posibles...hasta un segundo antes de morir..de viejo..
Un saludo desde el sur
No, nadie nos enseña, Carmen, a envejecer y ahí está la magia de la vida sin manual de instrucciones, sólo sorpresas a la vuelta de los años, para bien y para mal.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, Prudencio, la senectud no tiene edad, es sólo un estado del alma