VIDAS PRESTADAS
“Nuestra vida es puro celuloide”,
exclamaba mi padre en su portentoso papel de director mientras yo me ladeaba
para percibir mejor su rostro flemático y pausado al contraluz irreal de los
focos. Contemplaba los gestos enérgicos con los que ordenaba los cambios de
vestuario matutinos, las intervenciones y diálogos de las sobremesas y demás
pormenores de nuestras fílmicas existencias cotidianas. Mamá, desde hacía mucho
tiempo ya, se conformaba con ser una simple figurante sin guión con la que Papá
compartía las migajas insolentes de otros grandes estrenos que rodaba en la alcobas
de la exuberante furcia de turno del burdel de la esquina.
Nuestra vida era una secuela de
la nada. Un remake nefasto de la
postergación. Al cabo de muchos rodajes oscurecidos por los coléricos arrebatos
de Papi-director y por la podredumbre que la falta de attrezzo nos exigía
comenzamos a rodar tristes episodios de
serie B. Nada vergonzoso si no fuese porque siempre habíamos soñado con ser una
familia respetable del Paseo de las Estrellas. Pero las estrellas nos habían
abandonado al igual que los aplausos. Y al final, me vi solo en la última
butaca de un cine en el que mi destino
me decía ‘Adiós’.
'Antiguedades. Microrrelatos de Cine. (Ediciones Cardeñoso, 2012)
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