sábado, 28 de septiembre de 2013

LADRONES DE ÓRGANOS




Cuando despertó aquella mañana no pensó en los ladrones de órganos que asediaban la ciudad desde hacía ya lustros. Se sintió algo mareado pero comprobó que su cuerpo seguía completo y que nada le dolía. Se miró en el espejo y le alivió corroborar que seguía intacto. El miedo a despertar con un miembro amputado o un órgano extirpado corría por el ambiente como un  rumor malsano. Se disponía a lavarse los dientes cuando sintió que su mano no respondía con normalidad. Se fijó en el espejo y notó algo anómalo, como si no se reconociese a sí mismo. Empezaba a salir de su sopor: el del espejo se parecía a él pero NO era exactamente él. Se golpeó la cabeza en un acto instintivo y sintió su cráneo duro como el metal. Entonces recordó otros casos parecidos y cayó en la cuenta: todo su cuerpo había sido robado y sustituido por una carcasa robótica de imitación fisionómica.
En la comisaría le explicaron con desidia que nada se podía hacer para recuperar  su cuerpo original. Que tendría que vivir dentro del ‘envase’ durante el resto de su existencia. Que había tenido suerte, no todos los ladrones de cuerpos se molestan en salvar la mente de su víctima. Y cuánto tiempo es ‘el resto de mi existencia’, preguntó resignado. No sé, depende del mantenimiento. El policía le ofreció un tarro de aceite lubricante y mirando al que había tras él en la cola gritó: ¡El siguiente!

3 comentarios:

  1. ¡Joder! -perdón-, ha esto es a lo que se le llama: llama "ir a por todas".
    Un fuerte abrazo y ahora ¿Quién se mira al espejo?

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  2. Gracias por los comentarios, Paco, Un abrazo sin espejos

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  3. Al menos, salvaron la mente. Me recuerda a "La invasión de los ladrones de cuerpos" pero sin extraterrestres jeje. Abrazos.

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