sábado, 2 de noviembre de 2013

MUJER FRÍA Y PERRO CON SED



 

Alguno de los invitados a la Mansión, mientras cenábamos, se entretuvo en esculpir la dama de hielo. La fiesta llegó a su fin -un poco tarde como todas las fiestas-, y la gente ebria, feliz, sádica se perdió en la cicatrizada noche de invierno. Yo permanecí abandonado frente a la hermosa, gélida y solitaria mujer de hielo en la deshabitada casa que el silencio acorrala cada vez que finaliza una velada.  Qué bella era, qué témpanos tan voluptuosos. La hubiese abrazado si no fuera por... La amé eternamente durante aquellos minutos.
La mañana trajo una brisa que se filtró por los ventanales e inundó las estancias de desasosiego. Mi mujer de invierno ya había comenzado a desvanecerse en un charco de agua; y yo dormía. Agua, amor, olvido…
Cuando desperté ya era mediodía y Bobby lamía de las baldosas los restos acuosos de mi gran pero efímero y frío amor.
Nunca imaginé que dentro de aquel horrible perro se hallase mi deseo.

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