miércoles, 25 de febrero de 2015

MENOS JOVEN RUBÉN MARTÍN GIRÁLDEZ JEKYLL & JILL, 2012


A veces el reseñista trata de imitar, o al menos de captar el espíritu, de la obra que está analizando. Para que así, en la reseña, el lector reciba una exhalación, un trozo de la obra. En este caso, ante una novela tan peculiar como Menos joven, de Rubén Martín Giráldez (Cerdanyola del Vallès, 1979), creo que resultará complicado.

Vayamos por partes.
Cuando avanzas en este libro titulado Menos joven, lo primero que te preguntas es, ¿de verdad este libro es Menos joven? ¿No estaré confundido y leyendo otra novela francesa titulada El peinado de Calígula? ¿No se trata todo esto de un juego destartalado en el que la lectura, el autor, los editores y la realidad se confabulan para reírse un poco de (con) nosotros? ¿Una broma metaliteraria?
Imagino que no han entendido nada. Me alegro, sigan leyendo la reseña para comprender un poco menos de qué va este libro.  


Es posible que este libro no sea tal, quizá estamos antes una emisión de radio, un programa dislocado, surrealista y atroz dedicado a los niños. Una especie de lección cósmica con apuntes freudianos, diseño de vodevil y ciencia ficción en el que la realidad queda suspendida en un limbo inaccesible, en el que la sensación de estar atrapados en un sueño raro, kafkiano se adueñará de nosotros, los incautos ¿radioyentes, lectores, pringados?
La sesión de este programa radiofónico en el que se buscan a ídolos para darles muerte está protagonizada por Bogdano. Él y su caballo parlante irán a la caza asesina de sus ídolos: Kim Basinger, Roth, Lucía Joyce…
Y el locutor-de-radio-narrador de este desquiciante programa-libro nos irá informando (en realidad se lo explica todo a atentos niños, o a muertos, no estamos muy seguros de nada), no solo de los hechos que acontecen, sino de la historia que marcó la vida de Bogdano. Su siniestra relación con su padre, por ejemplo, con las chicas, con la educación.
Por cierto, ¿han oído hablar de la ‘educación híbrida? Pues consiste en educar mediante el error premeditado, consiste en cambiar las cubiertas de los libros, digamos, leer Raíces creyendo que lees La balada de los ahorcados de Villon. Distorsionar la realidad, desaprender, erigir una concepción equivocada del mundo. Y Marín Giráldez es lo que hace: entrar en nuestras cabezas para volvernos un poco más locos, o sea, hacernos ver que la realidad no es tal. Porque como a Bogdano, nadie nos ha explicado bien la realidad.


Y ya voy acabando.
Este no-libro, este poema simbólico y surrealista que parece hablar de todo o de nada a la vez, esta historia descabellada e irreverente, entre la sesión de espiritismo psicoanalítica, la alta literatura, el vodevil y la emisión de radio dadaísta, que parece escrita por Pynchon, Kafka y Alfred Jarry a cinco manos (seguro que alguno está ya manco a mitad de la salvaje aventura) es una de esas experiencias extrañas, solamente adecuada para lectores exigentes, que busquen algo más en la literatura.

El extrañamiento ya no llega mediante el acumulamiento de intrigas. El extrañamiento posmoderno se inscribe en la ruptura con la realidad mediante el lenguaje y los juegos textuales. Y sobre todo, la literatura, como hace esta inusual e inclasificable pieza, debe ser auto paródica, inteligente y fulgurante. Espero que la reseña no les haya valido de mucho, y acudan al libro para apaciguar su insana curiosidad.

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