El levante se ha comparado con el famoso episodio de ‘Los bueyes del sol’ de Joyce. James Joyce, en el <Capítulo XIV> de Ulises, trató de emular todos los géneros literarios de la literatura inglesa, mediante juegos de palabras y la adopción de los lenguajes de cada época. En El levante, ya sea porque la literatura rumana no nos es tan conocida, o bien porque la traducción –por cierto, excelente- ha debido de sacrificar algún juego en virtud de un mejor acercamiento al público español, estos juegos referenciales no son tan evidentes. Pero no por ello dejará el lector de apreciar los divertimentos, muchas referencias a la cultura y a la historia, y sobre todo, a la literatura universal.
Mircea Cărtărescu (Bucarest,
1956) es el escritor rumano más interesante y celebrado en la actualidad. Cada
vez que se escucha su nombre suena de fondo el
sutil aplauso de un posible premio Nobel. Autor de una copiosa y
heterogénea obra, en España se ha publicado hasta el momento bastante de su
prosa narrativa y el primer tomo de su trilogía Orbitol (Cegador), una
vasta crónica que entremezcla memoria, fantasía y relato épico, con una prosa
abigarrada y críptica. En sus cuentos y novelas de corte fantástico destacan su
plasticidad, su mirada evocadora, una gran sensibilidad y originalidad en la
búsqueda de temas; además de la capacidad para crear un universo propio y
deslumbrante, en el que su ciudad natal, Bucarest, se erige como escenario
onírico y mitificado. Un Macondo centroeuropeo, con tonalidades ocre, en el que
las estatuas cobran vida y los personajes deambulan entre la realidad, la
locura, el deseo y los sueños.
Y ahora Editorial Impedimenta
rescata El levante, una obra que en
un principio se configuró como un poema épico, pero que su autor ha
transformado en prosa. En alguna ocasión el propio Cărtărescu ha explicado esta
evolución en su propia escritura. Según él, la poesía le sirvió durante un
tiempo, pero finalmente la desechó porque para lo que tenía que expresar no le
era suficiente. Empezó como poeta en el Cenáculo de los Lunes, siendo uno de
los mejores dotados escritores de su generación, hasta convertirse en el
narrador más interesante de las letras rumanas actuales.
El levante fue escrito a finales de los años 80 y en él ya se
pueden encontrar algunos de los temas y obsesiones del autor bucarestino:
intertextualidad, ironía y barroquismo. Por sus páginas desfilan personajes
caricaturescos, embarcados en una aventura de dimensiones cómico-épicas, en pos
de la salvación de Rumanía de sus enemigos griegos. Una parodia del género de
la epopeya, pero que de algún modo la sobrepasa, porque la contiene y consigue
deshacerse de sus propias premisas. Como Cervantes hiciera con la novela de
caballería, Cărtărescu reinventa el poema épico, un poema posmoderno y
delirante, y crea una historia divertida y repleta de referencias.
Conviven en esta novela-poema
personajes históricos con otros salidos de cuentos de hadas. Además, como suele
ocurrir en la obra de Cărtărescu, el propio autor, en un juego de espejos
pirandelliano, hace su aparición estelar en el relato, tratando de no influir
en su discurrir ni en las peripecias de sus criaturas de ficción. Y no solo se
contenta el autor con participar en su propio juego literario, también se
dirigirá al lector, en un tú a tú cercano y despojado de solemnidad que hace de
esta divertida obra literaria una pieza indiscutiblemente original, repleta de
matices y digna de uno de los mejores escritores de la actualidad.
El mayor mérito de este
libro-juego es su versatilidad. Por momentos, el lector tiene la sensación de
estar sumido en una odisea moderna, en el que Ulises es un poco más divertido y
no viaja solo en su singladura. A veces, uno tiene la impresión de estar
leyendo una obra de steampunk, con zeppelines sobrevolando el cielo de un mundo
decimonónico pero mediterráneo y alucinógeno, en el que no faltarán extraños
aparatos, escenarios mágicos y personajes esperpénticos. Mestizaje entre la
parodia del clásico latino Luciano de Samosata y un absurdo Ionesco.
Los anacronismos, la burla y la
intertextualidad se suceden. La prosa y la poesía- a veces con cierto tono
elegíaco que desentona acertadamente con la trama, causando estupor y
perplejidad- se combinan, en un baile incesante de música, fiesta, acción,
batalla y colorido. Quizá el único inconveniente de El levante sea que la prosa de Cărtărescu presenta un excesivo
uso de neologismos, extranjerismos y arcaísmos, además de un barroquismo que en
ocasiones sobrecargan el texto.
No obstante, El levante es una obra necesaria para comprender la complejidad de
este autor rumano. Un autor que no deja de sorprendernos por su heterogeneidad,
su capacidad para trasmutar la literatura en pesadillas (Nostalgia, Cegador, Lulu) o felices sueños (como sucede en este libro), y
hacernos partícipes de un universo repleto de abundantes símbolos, enigmas y
fantasías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
DEJA AQUÍ TU COMENTARIO