sábado, 6 de junio de 2015

ENFERMEDADES LITERARIAS




"Mi hipocondría, a decir verdad, es un talento especial que consiste en esto: saber extraer de cada incidente de la vida, sea cual sea el nombre que lleve, la mayor cantidad de veneno para mi propio uso." 
LICHTENBERG




A Enrique Vila-Matas, un verdadero enfermo no imaginario de literatura.



Resultado de imagen de mal de montanoA raíz de La Odisea, la primera obra literaria occidental ya se han puesto nombre, al menos, a un par de dolencias: el síndrome de Ulises y el complejo de Telémaco. Pero hay muchas más de urdimbre clásica: el complejo de Electra; el complejo de Edipo, que ya describieron Freud o Sófocles. Y Shakespeare, cuyo Hamlet es quizá el epítome de enfermo literario por excelenciaEn su versión más siniestra tendríamos un hipotético y terrorífico síndrome de Norman Bates. Está el Mal de Montano, que es una excesiva obsesión por la literatura, que acuñó el doctor Pasavento/Vila-MatasDe herencia folklórica existe el síndrome de la Bella Durmiente: desorden en el que sus afectados duermen más de lo habitual y tienen una extraña desinhibición sexual. A partir de los cuentos de Lewis Carroll quedó inventariado esíndrome de Alicia, enfermedad extraña que se caracteriza por una anomalía en la visión, como el entrañable personaje de Carroll –y quizá su autor- en ese hermoso libro pionero de la literatura psicodélica y alucinatoria.  Si recordamos, en el primero de sus episodios, Alicia encuentra un frasco que la hace crecer, y por lo tanto ver las cosas muy pequeñas, distorsionadas. También está el síndrome de Pinocho, dolencia literaria que todo escritor padece de un modo crónico, ya que los pinochos afectados son incapaces de decir la verdad. Algo más llevadero y diplomático que ese otro síndrome llamado de Guilles de la Tourette, que hace decir obscenidades sin control a quienes lo padecen. Grandes escritores al parecer sufrieron esta extraña anomalía psíquica, entre ellos Samuel Johnson o Molière. Y aunque no sé si creo que esté demostrado, yo diría que también lo padeció, aunque en su versión más literaria, otro escritor contracorriente con su época, el francés Céline, precursor de una literatura desencorsetada, sin tapujos y atrevida. Un escritor que por su ideología antisemita fue encarcelado y desterrado. El autor de esa magnífica obra que es Viaje al fin de la noche. 


Se ha hecho también célebre  ese síndrome de Peter Pan, que se aplica a aquellos adultos que se niegan a crecer, como parece que el ocurrió al propio escritor, J. M. Barrie. Si uno investiga un poco se dará cuenta de que la literatura de ficción ha contaminado la literatura médica. Se cuentan por decenas los síndromes de nomenclatura literaria: síndrome de Rapunzel (dolencia estomacal), de Otelo (referente a celos exacerbados) o de Madam Bovary (caracterizado por la insatisfacción). El síndrome de Stendhalenfermiza sensibilidad a la belleza artística. Habrá más, pero como no soy médico prefiero inventarme yo unos cuantos. Por ejemplo el síndrome del Coronel, extraña afección, caracterizada por una exacerbada ansiedad y deseo de recibir cartas o mails y, por lo tanto, una consulta compulsiva del buzón o bandeja de correo. También me parece necesario inventariar el síndrome de Godot, ansiedad por acontecimientos futuros. (Resulta que lo he consultado en Internet y alguien lo acuñó antes que yo.) El síndrome de Dulcinea, dolencia que sufrirían algunos hombres muy imaginativos que se enamorasen de mujeres inexistentes. Y, por qué no, el síndrome de Bartleby, una procastinación crónica que impediría a sus aquejados cualquier movimiento, cualquier acción, cualquier trabajo. 

Estoy seguro de que si excavamos un poco, cualquiera puede ser un enfermo, cualquiera de nosotros ha podido heredar una enfermedad literaria real o no, da igual. De momento yo sufro un poco de Montano, pero leo o escribo y se me va pasando.





PUBLICADO EN SUPLEMENTO LIBROS, LA OPINIÓN DE MURCIA 6 JUNIO 2015

4 comentarios:

  1. El sindrome de Lewis Caroll: Dicese de aquellos hombres que entablan relaciones intensas y creativas con las niñas pero que las abandonan una vez que estas dejan de serlo.

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