sábado, 5 de diciembre de 2015

EXTRAÑO OESTE Y EL RETROFUTURISMO STEAMPUNK


PUBLICADO EN LIBROS, LA OPINIÓN DE MURCIA, 5 DICIEMBRE 2015

Algunos tópicos son canciones de verano, otros permanecen y perduran a lo largo de los años como una sintonía imborrable, quizá la banda sonora de nuestras propias vidas.
El Oeste es una de estas viejas baladas cuya sintonía ya suena más clásica que el propio lejano oeste geográfico al que pertenece. Mientras escribo estas líneas hay en cartelera al menos un western dirigido por Tommy Lee Jones, en el Thyssen, una exposición dedicada al Lejano Oeste. Jorge Carrión acaba de publicar una novela también retrofuturista ambientada en la América decimonónica, con pistoleros y zeppelines surcando los cielos: Los difuntos. Además, en la tienda que regenta un chino al lado de mi casa se siguen vendiendo novelitas en edición facsímil de Marcial Lafuente. Extraño pistolero es el título que por coincidencias de la vida he comprado hoy mismo.
Borges afirmó que el western era el último refugio de épica. Es evidente la aproximación estética más que ideológica de esta sentencia, así que parecemos entender que en realidad los mitos no se derrumban sino que se transforman y se acomodan a nuestro imaginario.
Los Estados Unidos, qué duda cabe, son el país que más mitologías ha logrado forjar en la posmodernidad. De sus defectos han hecho virtudes. Películas muy bellas sobre la esclavitud y momentos en el celuloide que han mutado en heroicidades las nefandas epopeyas de expoliación a los indígenas.
El Lejano Oeste es esa última parada de héroes y villanos, ese universo con fuertes connotaciones mitológicas que ha logrado perpetuarse en nuestra historia  y empapar nuestra cultura. Y por alguna razón, nos encanta.
Pero no sería hasta la mitad del siglo pasado cuando, de esa otra rama de la fantasía épica que es la ciencia ficción, surgiría el steampunk, subgénero que sitúa sus tramas en un impreciso y a veces ucrónico siglo XIX. Conocidas son las novelas y películas de Wild Wild West, en las que engendros mecánicos e indios conviven. La tercera entrega de Regreso al futuro también se sitúa en este marco estético-cronológico. Y sobre todo no se puede olvidar aquella obra maestra, que a mi entender se merece una revisión y remake, titulada Almas de metal. (Hay una serie en camino me dice Wikipedia.)
No es casualidad que para hablar de un libro como Extraño oeste acudamos al cine. De hecho el ‘western fantástico’ como género es más una propuesta estética, de gran factura visual y que bebe del pastiche, que una creación puramente literaria. No obstante, las obras de este subgénero, (¿western punk, retrofuturismo, steampunk, weird…?) han ido apareciendo a lo largo del tiempo y demostrando que pueden dialogar con todo tipo de lectores.
Algunas novelas de Cormac MacCarhty, sobre todo Meridiano de sangre, anuncian un mundo a mitad de camino de la distopía apocalíptica y el más puro western, radiografiando una moralidad decadente que se fragua en la más profunda sima de la América profunda. No podemos olvidar de vuelta a nuestro país el gran éxito de Jesús Carrasco con su dura Intemperie, en la que de nuevo recurría a un entorno inhóspito con resonancias del western y factura épico-ibérica.
En Extraño oeste, la propuesta es puramente estética y afortunadamente la épica desaloja su moral para aclimatarse al más puro divertimento de la ficción. Se ha buscado la complicidad de ocho autores contemporáneos y se les ha propuesto la composición de un relato largo que incida en esta temática. El resultado es desigual en cuanto a asuntos, pero bastante homogéneo en lo que a calidad literaria se refiere.
Extraño oeste reúne ‘siete magníficos’ cuentos más un extraordinario prólogo de Juan Vico.
Desde la más pura ciencia ficción, el terror o la fantasía delirante, estas piezas conforman un resbaladizo tapiz por el que el lector habrá de deslizarse con cautela. Porque las balas resoplarán en sus oídos o seres mutantes podrán revelarse como presencias amenazadoras en mitad del desierto. Incluso fugitivos armados y peligrosos que pueden volarte la tapa de los sesos antes de que logres desenfundar.
Lo interesante de esta antología es que a pesar de que el lector crea saber a qué se va a enfrentar –sí, relatos fantásticos ambientados en el salvaje Oeste-, en realidad no tiene ni la más remota idea. Por ejemplo, José Óscar López, nos anima a viajar junto a una compañía formada por un peculiar grupo en busca de la riqueza que esconden las profundidades de la Tierra, en una España futurista. Un relato contado por un robot defectuoso y emocionalmente inestable,  una historia imbuida de filosofía e ironía,  de aventuras en su primer tramo, pero que en la parte final se transforma en una suerte de delirio pynchoniano que no dejará indiferente al lector por su potente flujo de imágenes.
El editor del volumen y co-autor Raúl Herrero, apuesta por una narración de corte más clásico en la que priman los acontecimientos y personajes tipo pero bien dibujados. No obstante, es un gran acierto esa mixtura inusual que practica, haciendo coincidir el western más canónico con la mitología del Antiguo Egipto y las historias victorianas de museos de cera. Sí, han leído bien.
Sorprendente es la incursión en el género por parte de Rodrigo Martín Noriega, cuyo cuento es una pequeña obra de arte. Padres es una fantasía en la que un grupo desvalido de colonos habrá de enfrentarse a fuerzas sobrenaturales que dirigen desde las sombras el devenir de la raza humana.
Fernando López Guisado en Vacas, describe un futuro, muy en la línea de Philip K. Dick, en el que la zombificación es un negocio muy lucrativo.
La historia de Iván Humanes respira un aire gótico, monstruos y cowboys, personajes como el mismísimo Lovecraft, Bruce Lee o Bud Spencer.
Hay en estas historias viajes sin retorno hacia una tierra prometida que jamás cumple sus expectativas.  Filosofía, religión, mística. Minas de oro que esconden más muerte que esperanzas, robots que confiesan sus veleidades en primera persona, monstruos extraños,  seres ancestrales, pistoleros sin escrúpulos, personajes históricos, salones de baile, botellas de whisky, naves espaciales, artefactos imposibles, historias originales y futuristas pero ventiladas por una brisa del viejo oeste, por sucios carromatos, por la presencia de lo inefable.

Cuando alguien dice que todo está escrito en literatura aparecen libros como este para desmentirlo. Esta antología es un divertimento de mucha calidad, un libro divertido y fascinante que en mi opinión ya es un clásico.

2 comentarios:

  1. Gran reseña. Una delicia de lectura, sin duda. Abrazos.

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  2. Gracias, Marcos. Sí, uno de esos libros que te acompañan por muchos años.

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