domingo, 27 de junio de 2021

EL ARTE DEL SILENCIO

 





Una reflexión sobre cómo el arte ha devenido en vacío.  PUBLICADO EN LA OPINIÓN DE MURCIA

Hace poco sorprendía la noticia sobre la venta de una obra de arte inmaterial. Una obra inexistente. El artista italiano Salvatore Garau declaraba que lo que realmente vendía era un vacío «que estaba lleno de energía». En un mundo cada vez más materialista, aunque parezca paradójico, no deja de ser sintomático que ciertos compradores necesiten gastar su dinero de un modo compulsivo, aunque sea en ‘nada’.

Nuestra relación con el arte, a lo largo de la historia, ha tomado distintos caminos. Uno de ellos ha sido hacia el vacío, la abstracción, el silencio. Desde el siglo XX se ponen de manifiesto estas tendencias con el arte abstracto, el suprematismo de Malévich o el mutismo exacerbado en las obras de Samuel Beckett, obras cuyas palabras invocan silencios. Ya Flaubert abrigaba el sueño de escribir «un libro sobre nada».

En el recientemente reeditado ensayo La so(m)bra de lo real, de Miguel Ángel Hernández ocupa uno sus más interesantes capítulos a la desmaterialización, a la miniaturización del arte emprendida por Marcel Duchamp con ready-mades como Un ruido secreto. Una obra que precisamente consistía en el ruido que un objeto (no sabemos cuál) producía. El artista británico Martin Creed llevó a cabo una instalación, conocida como Nothing, que precisamente se trataba de una habitación vacía. Nothing también es el título de la película más rara de Vincenzo Natali. Una historia en la que dos amigos descubren un buen día que alrededor de su casa no hay absolutamente nada. Solo vacío blanco. Nada.

En su ensayo, Hernández constata varios ejemplos de este arte del vacío o de la ocultación, que, como si del traje nuevo del emperador se tratase, tratan de provocar en el público una reacción intelectual (quizá moral) más que una impresión puramente estética. El arte se convierte en vaciamiento, en un regreso a lo real a través del efecto contrario a ver: no-ver. Si por algo se caracterizan las vanguardias es por romper con lo clásico. Y si la pintura figurativa fue reemplazada por la abstracción o el suprematismo, en las demás artes también se observa una tendencia al vaciamiento de la forma, a la sublimación de la idea mediante la ocultación. Y es en el vacío, en la nada, donde más espacio hay, paradójicamente, para que la idea o el concepto tomen forma. Recordemos que aproximadamente el 80% del Universo está formado por materia oscura, es decir, por ‘masa no visible’. Es decir, la realidad es más una nada invisible que algo visible.

Miguel Ángel Hernández recuerda el relato de Papini La nueva escultura, en el que se narra sobre una obra construida básicamente de humo. Una escultura efímera. Papini nos obliga a reflexionar sobre la fugacidad del tiempo y sobre la trivialidad del valor del arte, cuando al final del relato sentencia un personaje: «Que una estatua dure diez siglos o diez segundos, ¿qué diferencia supone con relación a lo eterno?»

Este cuento forma parte de Gog. Y es también en este libro donde podemos leer otra pequeña narración titulada Músicos que anticipa en más de veinte años la icónica pieza 4’ 33’’, de John Cage. Gog, el narrador, conoce a un músico que asegura haber inventado ‘la música del silencio’, porque «toda la música tiende al silencio». Gog describe el momento en el que llega a una sala de música. Allí se encuentran veinte músicos con sus instrumentos en las manos. Todos inmóviles. Cuando el director de orquesta da la señal para que comiencen nadie se mueve, «no se oyó sonido alguno»



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