EL CASO DEL MAGO RUSO

    
La magnífica novela El caso del mago ruso (Ediciones B, 2013) aparece reseñada hoy en el diario La Opinión de Murcia.

Aquí podéis leer la reseña completa:

EL DEMIURGO DE ALHAMA

‘EL CASO DEL MAGO RUSO’ DE JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ-LUNA

Los ingleses tienen una voz sin equivalente exacto en español, ‘page-turner’, que se refiere a un libro. En especial a una novela que atrapa, que lees de un tirón y cuyas páginas no puedes dejar de pasar hasta el final. Esto es lo que ocurre con El caso del mago ruso, de José María Fernández-Luna (Alhama de Murcia, 1962). Este escritor murciano, más conocido como Patrick Ericson, con más de media docena de novelas en su haber y una carrera literaria consolidada que lo avala, ha construido una historia sólida, entretenida, bien documentada y con un regusto decimonónico que combina un acertado uso del lenguaje e intuición detectivesca.

Tomando como punto de partida a un ancestro familiar, el famoso policía Ramón Fernández-Luna, ha elaborado  el autor una novela negra aliñada con intriga, ribetes históricos y costumbristas, magia,  sorpresas y tensión narrativa. Y todo ello amalgamado con una factura impecable y equilibrada. Hay en esta páginas crímenes misteriosos, personajes esperpénticos, militares, aristócratas, rufianes de medio pelo, hermosas y exóticas vedettes, criminales, ladrones de guante blanco, policías, videntes, carteristas, presos encerrados en sórdidos calabozos, corrupción, contrabandistas, espías… Un escaparate de personajes y personas (también se cruzan almas de carne y hueso: Romanones, Gaudí, Largo Caballero, Eddy Arcos y el mismísimo Houdini…) que sirven de marionetas para que la pluma maestra de Fernández-Luna elabore un juego de manos literario exquisito. La mayoría de los personajes están bien dibujados, asfixiados en sus existencias y nos desvelan su propia realidad a través de los diálogos, exquisitas descripciones y sus propios recuerdos.

Con un comienzo impactante, en el que un asesino y mago de origen ruso, Igor Topolev, ha desaparecido de su celda de forma misteriosa, se inicia esta secuencia de incógnitas y tramas absorbentes de corte netamente policial. El libro va abriendo, como una muñeca rusa, su vientre de misterios y el experimentado Sherlock Holmes español, el policía Ramón Fernández-Luna, deberá juntar todas las piezas de un puzle rocambolesco para llegar a una conclusión final y espeluznante. Pero además de contar con los ya consabidos elementos de toda historia de crimen, Fernández-Luna autor ha sabido entreverar imágenes y datos de la España de principios del siglo pasado con tal maestría que su lectura se asemeja a un ejercicio audiovisual. Hay un riguroso tratamiento de la imagen que permite visualizar de forma cinematográfica las escenas que se proponen a lo largo de ‘El caso del mago ruso’. Pero todo, escamoteado con veladas alusiones, datos y pistas que se dosifican de forma precisa y que mantienen al lector atrapado desde las primeras hasta las últimas frases.

También, de forma sutil, hallará el lector una crítica social y política, de aquellos días convulsos en los que transcurría la I Gran Guerra, y cuyos trágicos destellos no pueden dejar de remitirnos a nuestros críticos días actuales. Las diferencias de clases tan pronunciadas en aquella España del Siglo de Plata, la lucha sindicalista, el fantasma de la Guerra, la pobreza, la corrupción y en definitiva, todo ese conjunto de litografías sociales que conforman la España más profunda. Y entre los bastidores de esta  intrigante historia de crímenes y misterios, elevando y bajando telones de este gran teatro narrativo que el autor maneja como avezado prestidigitador, nos sentiremos atrapados en una aventura adictiva y eficaz.

Un libro que hará pasar un buen rato y  que no defraudará a los lectores ávidos de aventuras inteligentes y bien escritas. Una prosa directa, sin concesiones y  con ese sabor poético que distingue a los escritores de primer orden. Su  autor se presenta en este último trabajo como un verdadero mago que ha sabido edificar castillos de ilusiones  y embaucarnos en su  última función.