SACRIFICIO
ROMÁN PIÑA
SALTO DE PÁGINA, 2015
Hay una
especie de prurito entre algunos lectores, e incluso entre literatos, que
parece hacerles creer que la buena literatura ha de ser seria, solemne, y que
debe esquivar el humor. Sin embargo, Sterne, Swift, Shakespeare o Rabelais nos dicen lo
contrario. También en Sacrificio el
lector podrá encontrar buena literatura teñida de mucho humor, en su vertiente
más vitriólica y descarnada.
Sacrificio, de Román Piña (Palma, 1966),
nos relata la historia de un detective advenedizo, que está sacando tajada de
la crisis que azota al país. Uno de los primeros trabajos que se le presenta es
un anodino caso: encontrar a una persona que molesta con insidiosas llamadas
telefónicas. Este primer caso conducirá al narrador, el detective privado Pablo
Noguera, a conocer a Raúl Palmer. Palmer es un profesor de literatura clásica,
hastiado de su profesión docente, con ciertas veleidades literarias, que
acabará montando una editorial en Barcelona.
Tras este
aparente primer caso de poca monta, los acontecimientos comienzan a sucederse
de un modo trepidante. El siguiente caso es más extraño y complejo. Se trata de
investigar la desaparición de Horacio Topp, hijo de una familia acomodada, gurú
de masas, guía espiritual y campeón paralímpico. Un hombre que se ha hecho a sí
mismo, sin brazos, sin piernas…sin paradero conocido.
¿Han
secuestrado a Topp? ¿Quién querría hacerle daño al hombre más querido del
mundo, al joven que ha conquistado los corazones de miles de personas? ¿Al
autor del gran libro de autoayuda Nunca
falta nada? Tras el hilo de sus investigaciones, Pablo Noguera descubrirá
que este libro fue publicado por un editor cuyo nombre cree recordar: Raúl
Palmer, uno de sus primeros clientes.
En esta
delirante comedia negra (por el humor y porque se aviene al género policial)
nos adentramos en la trastienda del mundo editorial. (Para ahondar más en este
asunto, recomiendo La mala puta, del
mismo autor, junto a Miguel Dalmau, en Editorial Sloper.) Piña, es además de escritor, editor, por lo
que conoce de primera mano los entresijos de la edición. En Sacrificio, como decía, se destapan
algunos de los trapos sucios del universo de este mundillo: contratos basura,
productos editoriales, trucos publicitarios. Quizá, para resaltar más la parte
grotesca de la historia, se ha preferido contar solo lo más truculento e
inconfesable de este mundo. Un mundo que parece alzarse al fondo, como paisaje
de la misteriosa desaparición de Topp.
Por la
alfombra sucia de Sacrificio desfilan
personajes de lo más peculiares. El editor sin muchos escrúpulos; el detective
bebedor, lector de Salinger y desgastado por la vida; la bella y ninfómana
joven; el gurú espiritual parapléjico; el escritor negro… Todos ellos componen
un fresco caricaturesco, a veces poco creíble, pero siempre acertado. Acertado
porque la novela funciona como una parodia de sí misma, como una gran broma en
la que lo más terrible del ser humano se ofrece embadurnado de cinismo e
ironía. Y quizá, ahí está una de las claves para que este libro funcione. La
habilidad que muestra Piña en narrar los hechos más truculentos, a veces
incluso abominables, con frialdad, distancia y mucha mala leche. Una mezcla
entre el más irónico Quim Monzó y las pesquisas de Colombo.
La prosa de
Piña es limpia, a veces coloquial, pero siempre correcta. Sin excesos ni
vacilaciones. Además, la estructura de esta novela breve, dividida en cortos capítulos
titulados con nombres de los personajes, consigue que la lectura sea fluida, y
que avance a un buen ritmo, sin sobresaltos, sin estridencias, sin que el
lector se caiga.
Una historia,
en definitiva, divertida, macabra e histriónica por momentos, de aparente
ligereza, pero que clava una afilada, sutil y crítica mirada en el mundo de las
editoriales y en la perversidad del ser humano.
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