Hay escritores que sacrifican el
estilo en beneficio del argumento. O, al contrario, encriptan la trama a favor
de unas cuantas metáforas o florituras retóricas. El verdadero arte de escribir
es probablemente mantener un equilibrio entre el continente y el contenido,
entre el qué contar y el cómo hacerlo. Y eso es lo que consigue Antonio Parra
Sanz (1965) en su última novela Acabo de
matar a mi editor.
Sustentado en un andamiaje de
oraciones perfectas, una armoniosa dicción y con una precisión de relojero,
Parra Sanz consigue construir una novela redonda, entretenida, con un argumento
que subyuga desde las primeras líneas y que no nos permite abandonar hasta el
final. Como una cuña literaria, la narración, cuyo título ya nos advierte de
parte de su hilo argumental, se va cerrando y aproximando a un inevitable
aunque imprevisto final. García Márquez
comenzaba Crónica de una muerte anunciada
de este modo: ‘El día en que lo iban a
matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana…’. Con
procedimiento análogo, Parra Sanz nos adentra en esta magistral novela cuya
primera y admonitoria frase no es otra que su título: Acabo de matar a mi
editor.
Jaime Loynaz es un paria, un
aspirante a escritor que sería capaz de vender su alma al diablo, tal vez sin
saberlo, para conseguir escribir la gran novela de su vida. Envuelto en una
existencia gris y prosaica que asfixia sus ambiciones literarias tratará de
recomponer su mundo, en busca de su destino de escritor, a pesar de que en su
empeño le vaya su propia vida y la de su familia. Narrada en primera persona el
hábil lector pronto advertirá la multiplicidad de significados y lecturas que esta novela es capaz de
ofrecer. A pesar de que se tiende a empatizar con el protagonista-narrador no
se puede evitar censurar sus actos y pensamientos. Ahora, después de haber
leído este libro, todavía me pregunto: ¿es Jaime Loynaz un loco, un ser
obsesivo, una víctima de su entorno, un genio, un asesino, una buena persona,
un soñador, un ser mediocre, un amigo, un engendro? En definitiva un ser
complejo que deja abiertos muchos interrogantes en el lector.
Una novela de factura falsamente
realista, con grandes dosis de análisis sicológico, giros, introspección y
crítica social (sobre todo crítica al mundo editorial y literario) revestida de
fino e inteligente sarcasmo. También hallamos un juego metaliterario en el
que aparecen grandes obras y personajes
prototípicos de las Letras como La Celestina, Alonso Quijano, Don Juan o la
longeva Úrsula Iguarán, la matriarca de los Buendía. También realiza Parra Sanz
una somera aproximación al mundo paraliterario: concursos amañados, editores
usureros, escritores en ciernes, catedráticos desesperados por el
reconocimiento , y el éxito literario como inalcanzable telón de fondo de esta
comedia humana que es el mundo editorial.
Para acabar sólo apuntar que Antonio
Parra Sanz ha sido capaz, tal vez sin proponérselo, de traspasar los géneros
literarios y pergeñar una deliciosa narración con diferentes niveles de lectura
en la que su original, potente y personal voz brilla con luz propia.
Pelín abrumado por semejantes palabras, te mando mi abrazo más cordial, junto con mi agradecimiento.
ResponderEliminarEsta reseña capta perfectamente el arte de la novela ;)
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