EL RETORNO DE
LA BRUJA

En Bruja
retumban los ecos de la novela gótica, pero trasmutada en una retórica
posmoderna; están Poe y su mayor seguidor, Lovecraft; reminiscencias de la obra
de Mario Bellatin, autor al que Hermosilla ha dedicado más de un trabajo; y
también se podrían hallar paralelismos con el infierno de Dante –un Dante
alucinado- y con las fantasías vertiginosas de Lewis Carroll. Escuchamos también en este poema endiablado
llamado Bruja una grito arquetípico
que reúne las voces quebradas de todas las brujas de todos los cuentos de
hadas. Recordemos que los cuentos infantiles, a pesar de haber sido
dulcificados, en su origen estaban plagados de dolor, terror y oscuridad.

Hay en la narrativa de Hermosilla
una construcción fragmentaria y abierta de formas, que se aproxima a la novela pero que al mismo tiempo
se distancia conformando un nuevo género. La prosa de Hermosilla es torrencial,
inagotable, envolvente y para nada apaciguadora; funciona como un mantra, casi con la anatomía
de la poesía, una espiral que te envuelve y de la que difícilmente se puede
escapar. Decía Michel Butor – recién fallecido ahora que reviso estas notas
para subirlas al blog- que la novela debía de aproximarse a la poesía. En Bruja, hay una tendencia a lo poético,
una destacada búsqueda de la belleza formal, un lenguaje barroco y preciosista,
pero en ningún momento estos ornamentos suponen un vaciamiento de contenidos o
asuntos.
La deuda de Hermosilla no está
tan solo vinculada a la literatura. Hay también un reguero de narraciones
fílmicas en este artefacto llamado Bruja. Desde la imaginería surrealista de David
Lynch, del cine de terror clásico, de una estética lisérgica, demoníaca, hasta
los films de culto de Tarkovsky o los poemas visuales de Lars Von Triers.
Bruja es un caleidoscopio de libros, de citas, de referencias, es
un libro de libros, un aleph, una antibiblia monumental y oscura que parece
escrita a la luz de una vela en la penumbrosa sala de un castillo en ruinas.
Como dijera Kafka, creo que hay
que leer libros que pinchan y muerden. Este es uno de ellos, un desafío, una
experiencia límite para los sentidos.
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