La novela es una de las más complejas máquinas que ha creado
el hombre para poder reflexionar sobre sí mismo, su tiempo y sus
circunstancias. Al menos estas ideas me han sido sugeridas por la última novela
de Diego Sánchez Aguilar, un autor que con cada obra se posiciona un poco más
alto en el pabellón de los grandes escritores. Comenzó publicando poesía,
después nos regaló un magnífico libro de cuentos con el que quedaba claro su
dominio de los temas y del lenguaje. Y ahora nos sorprende con una primera
novela rebosante de calidad, compacta y sugerente.

Sánchez Aguilar se ha valido de una ambientación levemente
futurista, con clínica de criogenización incluida, para reforzar más si cabe la
sensación de realidad (no tanto de realismo), y así hacernos ver cómo nuestro
presente no es tan plácido como algunos piensan. El juego de contrastes es un
acierto, ya que, como se aprecia en una lectura pausada, los elementos más
realistas no desentonan con los ficcionales, sino que sirven para ambos
sustentar la arquitectura de la novela y reforzar su fuerza narrativa. Además,
otro de los contrastes más atinados, a mi entender, es el lirismo (a veces
poético) de la prosa de Sánchez Aguilar que avala y dota de contundencia a las
ideas. Porque en el fondo, esta es una novela de ideas, de grandes ideas. También
es, como ya he leído en varias reseñas anteriores, un espejo de nuestro tiempo,
un espejo que nos refleja por partida doble: porque la narrativa de la realidad
parece ser subsumida por el propio relato de la novela; y porque en ella nos
encontramos como tema principal las redes sociales, ese mundo especular en el
que todos tenemos un avatar, un doppelgänger virtual con el que recreamos una
segunda existencia. Es interesante, sobre todo, la idea de Factbook, una suerte
de red social en la que tan solo se acumulan datos, fríos cómputos que de
alguna manera nos hacen reflexionar sobre la verdadera naturaleza de esta otra
red que todos usamos a diario y que parece reportarnos cierta calidez.
Hay en esta fábula contemporánea una crítica a nuestro
tiempo, una reflexión madurada y destilada con inteligencia, pero sobre todo revestida
de tal belleza idiomática que muchos de
sus pasajes brillan con gran intensidad. Hermosa prosa, calidad de pensamiento
y solvencia creadora. Creo que esta puede que sea una de las mejores novelas
que he leído en mucho tiempo.
PUBLICADO EN LIBROS, LA OPINIÓN DE MURCIA, ENERO 2019
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