Ya en La Odisea homérica, e incluso en el poema sumerio de Gilgamesh, el descenso a los infiernos es un motivo recurrente. El pasaje a esa otra dimensión, en la Antigüedad, era contemplando sin el asombro de nuestros días. Lo maravilloso estaba integrado en lo cotidiano, los dioses hablaban con los hombres y el mito funcionaba como fenómeno histórico. Pero ahora ese viaje al infierno funciona como ruptura, como quiebra de la realidad.
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PUBLICADO EN REVISTA HÉLICE Nº29
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