miércoles, 22 de mayo de 2019

ALICIA IMAGINADA POR EL REVERENDO CHARLES LUTWIDGE DODGSON


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Alicia es una ninfa híbrida, compuesta por dos almas especulares que se confunden al exponerse frente al espejo de la fantasía y del amor. La niña imaginaria que descendió por la madriguera del conejo blanco a Wonderland, una niña inventada que habita tras el espejo fantasioso del escritor Lewis Carroll. Y también es  Alicia Liddell, muchacha de carne y hueso que se convirtió en la señora Hargreaves y que trató de olvidar a esa niña del espejo que algún día fue. Una niña de la que estuvo enamorado Lewis Carroll.
Cabe pensar que más niñas configuran la poliédrica imagen de la Alicia onírica. Su soñador, el diácono Charles L. Dodgson compartió a lo largo de su vida amistad y trato con un sinfín de impúberes angelitos, a los que se acercaba a contar historias fantásticas, fotografiar e imaginar en una especie de idilio sentimental e ilusorio que los años y la madurez pulverizaban para siempre.
Resultado de imagen de alicia liddell y lewis carrollSi hay algo terrible es un alma atrapada en un cuerpo que no le corresponde. Niños que viven encerrados en cerebros de adultos, monstruos cercados por la suave piel humana. Carroll puede que pertenezca a esa estirpe de hombres-niño, cuya alma abismada por lo etéreo y por los sueños tuviese que recurrir a las amistades incipientes de Alicias con las que, de un modo fáustico, quizá vampírico, mantener el alma siempre joven, siempre inconclusa, siempre en la puerta de ese amor resbaladizo llamado inocencia pero que limita con la inmoralidad.
Resultado de imagen de alicia liddell y lewis carroll Gertrude Chataway, otra de las Alicias del “País Carroll”, conoció al clérigo cuando era niña en un pueblo costero de la Isla de Wright. Este le regalaba relatos, le hacía dibujos, le tomaba fotografías, le inventaba mundos fantásticos. Mantuvieron una relación epistolar, cartas en las que la imaginación de Carroll se manifestaba, como era habitual en él, de un modo incesante. En una de aquellas misivas leemos: “¿Sabes una cosa? Ya no puedo enviar besos por correo: el paquete pesa tanto que resulta muy caro. (…) Con todo le prometí (al cartero) que nos escribiríamos muy poco. ‹Sólo dos mil cuatrocientas setenta cartas”.
Resultado de imagen de alicia lewis carroll first editionMuchos años después, cuando Gertrude ya rondaba la veintena, tuvo un reencuentro con aquel amigo de la infancia que le contaba relatos. Gertrude llegó a afirmar que tenía la sensación de que Lewis Carroll no parecía comprender que aquellas amigas que había conocido como niñas, pudieran dejar de serlo. Escribe Gertrude respecto al encuentro: “…y me sentí, mientras estaba a su lado, niña una vez más”.
En una de sus cartas Carroll escribe: “Tú siempre serás una niña para mí, incluso cuando tengas el cabello gris”.
Lewis Carroll es, según podría rezar un diccionario onírico: “Un Peter Pan inglés que conjeturó a una niña con la que compartir sus vidas imaginarias”. Ese poeta y matemático herido por el lacerante torbellino de los días supo que Alicia era siempre una niña que no crecía, y quiso vivir a su lado, al otro lado del espejo sin tiempo que se fragua en la literatura, en el amor, en el quimérico deseo.
No sabemos si tras su muerte la imagen onírica de Alicia habrá acompañado al autor de Silvia y Bruno. Lo que sí sabemos es que Alicia es una niña-ninfa que sigue habitando nuestros corazones infantiles, sigue erigiéndose como una de esas efigies de roca imperecedera que decoran el templo de nuestros sueños más arquetípicos.

PUBLICADO EN LIBROS, LA OPINIÓN DE MURCIA  11 MAYO 2019

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