Distraídos venceremos, de Andrea
Valdés, en una de los libros más interesantes que he leído recientemente. Los
que disfrutamos leyendo ensayos sobre la autobiografía, la autoficción y otras
formas a las recurren los escritores para autoescribirse
podemos afirmar que casi nada nos sorprende ya. Parece el ensayo literario
sobre lo autoficcional haber alcanzado un tope del que resulta difícil no caer
en la repetición. Estamos cansados del yo, es cierto, y los últimos tópicos sobre
este cansancio son también bastante agotadores. El último libro de uno de los
popes de la autoficción,
Alberca renegaba de esta en virtud de una desmesurada fe en la autobiografía, como si lo “real” fuese un valor en sí mismo. Si bien existen todavía autores que tienen mucho que decir (la literatura, aunque sea del yo, es inagotable), desde el punto de vista de la teoría hay cierta obstinación por los lugares comunes o por el lenguaje árido y excesivamente académico que condena ciertos libros a nichos muy restringidos. Este ensayo, no obstante, parece haber tomado una ruta distinta, una peculiar “deriva”, y ha optado por crear un nuevo género con el que nos demuestra que se puede reflexionar sobre géneros autoficcionales y sobre autores sin ser pedante, sin caer en una excesiva teorización ni en obviedades: relacionar lo ficcional con lo autorreferencial, categorizar a este autor y a este libro dentro de un marco teórico más o menos reconocible o trazar rutas de lectura según corrientes o familias. DISTRAÍDOS VENCEREMOS. USOS Y DERIVAS EN LA ESCRITURA AUTOBIOGRÁFICA es un ensayo escrito con cercanía, en primera persona, casi oral pero sin banalidades, como si él mismo también fuese una deriva autobiográfica de la autora (quizá lo es, y ese es su gran mérito autorreferencial y estético). Respecto a su contenido, el ensayo aporta una reflexión muy valiosa por su abordaje y por la selección de los autores que comenta.
Alberca renegaba de esta en virtud de una desmesurada fe en la autobiografía, como si lo “real” fuese un valor en sí mismo. Si bien existen todavía autores que tienen mucho que decir (la literatura, aunque sea del yo, es inagotable), desde el punto de vista de la teoría hay cierta obstinación por los lugares comunes o por el lenguaje árido y excesivamente académico que condena ciertos libros a nichos muy restringidos. Este ensayo, no obstante, parece haber tomado una ruta distinta, una peculiar “deriva”, y ha optado por crear un nuevo género con el que nos demuestra que se puede reflexionar sobre géneros autoficcionales y sobre autores sin ser pedante, sin caer en una excesiva teorización ni en obviedades: relacionar lo ficcional con lo autorreferencial, categorizar a este autor y a este libro dentro de un marco teórico más o menos reconocible o trazar rutas de lectura según corrientes o familias. DISTRAÍDOS VENCEREMOS. USOS Y DERIVAS EN LA ESCRITURA AUTOBIOGRÁFICA es un ensayo escrito con cercanía, en primera persona, casi oral pero sin banalidades, como si él mismo también fuese una deriva autobiográfica de la autora (quizá lo es, y ese es su gran mérito autorreferencial y estético). Respecto a su contenido, el ensayo aporta una reflexión muy valiosa por su abordaje y por la selección de los autores que comenta.
Andrea
Valdés nos deslumbra con este feliz libro en el que se aproxima a diferentes
escritores que han dibujado parte de su perfil autobiográfico a través de sus
obras. Pero el acento aquí está puesto, no en su condición meramente
autobiográfica sino en sus aproximaciones al hecho autobiográfico desde los
límites: el dolor, el encierro, la locura, la enfermedad, el exilio o la
pérdida. En definitiva, asuntos que llevan a los autores a situaciones extremas
y que por eso mismo su literatura también se ha vuelto extrema. Autores como
Sarduy o Levrero, como María Moreno o Héctor Viel Temperley que desafían el
canon con sus obras, que escriben desde la necesidad o desde los límites borrosos
entre vida y obra y que, como hace este mismo ensayo, difuminan la línea que
separa la escritura con la experiencia.
Además,
está bien escrito, ¿qué más se puede pedir?
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